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Hong Kong-jungla de hormigón y bambú.

 

Día 4 de Julio de 2014, aeropuerto “Barajas” (Madrid), 4:30 de la mañana, me encuentro esperando en la fila para facturar mi mochila de 70 litros en el avión, con destino Asia. Atrás quedaron las despedidas, los abrazos, los hasta luego…luego la espera en el suelo, junto a mi equipaje y mi sonrisa, imaginando todo lo que se me venía encima… Ya había cumplido el primer paso del itinerario estipulado por mí mismo,  coger un avión desde Tenerife a Madrid el 3 de Julio y aún por delante me quedaban 3 aeropuertos diferentes que visitar (Ámsterdam, Beijing y Hong Kong), para finalmente llegar el 5 de julio del 2014 a las 12:10 a Hong Kong, la primera ciudad de mi viaje/aventura.

Aún puedo sentir ese sentimiento de excitación, nervios e incertidumbre de como saldría todo, por delante de mí, dos meses para dedicarlos a viajar por China y alrededores, y luego como destino final Shanghái, lugar en el que no sabría mi último día de estancia.

El verano en Hong Kong es muy húmedo, y con temperaturas de 30 grados, a eso debemos añadirle la cantidad de personas que hay viviendo en esa ciudad, más de 7 millones de personas (6544 hab/km2), y la mayoría de esta población se concentra en el núcleo urbano de la ciudad Hongkonesa.

En el momento que tome el transporte público para dirigirme a mi hostal, ya comienzas a ver como la humedad es algo muy característica en este lugar, con las montañas llenas de zonas verdes, y el mar siendo protagonista en todo momento, hasta la llegada de toda la selva de rascacielos y luces del centro de la ciudad.

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El hostal en el cual me hospede fue  “Urban-pack”,  un gran acierto, muy limpio y céntrico, a la par de económico. Una vez llegue y me aloje en mi cama (dormía en una habitación de 8 personas), apareció un vocecilla de fondo en mi cabeza diciendo: -Deberías  de ir a comer-, en este momento comenzó la ansiedad en mi cuerpo otra vez, entre en un estado en el que me sentía cohibido, mirar por la ventana hacia la calle desde la planta 14 del edificio, y poder ver esa cantidad tan exagerada de personas caminando por la calle, con el calor, y el cansancio del viaje, a todo esto añadirle el idioma, y la falta de conocimiento de la comida del lugar… Por un momento, casi gana la inseguridad y el miedo, pero de 100 excusas que cree para no salir, gano las ganas de descubrir y de aventura por 101.

Hong Kong, como muchas ciudades asiáticas, es un lugar en el que todo está lleno de luces, carteles luminosos, mucho ruido, aunque está más “europeizado” y no se encuentra tan sucio como otros lugares de Asia y se puede apreciar que es más ordenado. En pocos días, junto a un mapa de mi guía (regalo de un gran amigo –gracias José-), comencé a sentir como la ciudad es manejable, gracias a su transporte público y las indicaciones que tienes en inglés. Al cuarto día el mapa salía poco de mi bolsillo para revisar mi rumbo.

Tras una semana en esta ciudad, con muchas experiencias vividas, lugares visitados y personas agregadas a mi círculo de amistades, continúo mi viaje hacia Taiwán, lugar que no paso en vano por mi vida…

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